Columnas

Saturday, September 30, 2017

Solidaridad y tiempos convulsos



#CubaEsNuestra
Rodobaldo Martínez Pérez
rodo@ahora.cu
Cuando Cuba necesita solidaridad por el paso desbastador del huracán Irma, por casi todo el archipiélago, con total brutalidad  contra bienes materiales y, lamentablemente,  10  muertos, el señor Donald Trump, presidente de Estados Unidos, utiliza los micrófonos de la ONU para fustigarnos y retira casi todo su personal diplomático de su embajada en La Habana.
Nos  dijo gobierno corrupto y anuncia recrudecer el bloqueo, para castigar “a los Castros”. Imbecilidad mayor es imposible y eso lo hace en momentos   en    que cargamentos de Venezuela,  Japón,  Repúblicas Dominicana y Checa, España, Colombia,  Bélgica, Viet Nam, Rusia, China, Ecuador y Panamá llegan para ayudar a los cubanos.
 Agresividad en lugar de sensibilidad humana. El mundo tiene demasiadas catástrofes para añadirle más guerras y personajes como Trump son un peligro para la paz.
 La humanidad está en vilo por sus declaraciones sobre Corea del Norte tanto que Herbert George Wells no tendría que hacer ficción, ni acudir a Martes para atemorizar a los terrícolas, le bastaría con imaginarse la posibilidad real de una guerra nuclear hoy,  en su propio mundo, sin invasiones foráneas  y le aparecerían muchos más horrores que los simples alienígenas, las máquinas guerreras y los rayos calóricos.
¿Qué significaría la traumática imagen de gigantesco trípodes andantes de 30 metros de alto, con tentáculos colgantes como devoradores de hombres, ante un poder capaz de apagar el sol? 
El  famoso escritor inglés tendría en la confrontación de la Tierra contra la Tierra, una perfecta obra de terror  órbita adentro y no necesitaría tanta imaginación, para predecir el holocausto.
Describiría al espacio, cuya capacidad atómica es inmensamente mayor a 1945, como un inmenso cráter absorbente de la vida planetaria si  la irracionalidad vence a  la inteligencia humana.
Los crímenes en Hiroshima y Nagasaki quedarían pequeños y  recuerdan como esas ciudades quedaron envueltas en bolas de fuegos, las sombras de las personas quedaron impregnadas en los muros y los no convertidos en polvo ardieron en un extremado calor superior a los 5 mil grados centígrados,  se derritieron los edificios, más de 70 mil personas quedaron carbonizadas de inmediato y a 120 kilómetros a la redonda calcinó todo.
Pronósticos tan escalofriantes dan suficientes razones para que la cordura crezca a favor de evitar la guerra, porque sobre la crisis económica y su repercusión política, la debacle en el medio ambiente con el cambio climático,  la escases de alimentos, sería catastrófico incorporar a esas desgracias el peligro de un conflagración mundial con carácter nuclear hace que, en materia de luchar por  preservar a la familia humana del  planeta,  significa, ahora, más decisiva que nunca.
Hay que prevalecer la prudencia ante la insensatez y acudir a lo mejor de los sentimientos, por ejemplo, un acto necesario es la solidaridad humana frente a la brutalidad de los ricos, quienes poco les importan la suerte de los demás.
 El mundo está muy violento y sobran  las calamidades. ¿Se imaginan  como enfrentar tantas adversidades, sin  una mano amiga que le demuestre no estar solo en las desgracias?
La solidaridad es un vocablo de trascendencia y una de las cosas que no debe nunca perderse por el bien de la humanidad. Cuando  reclaman amor en el mundo, se piensa en cuanto dejamos de crecer si  asumimos  posturas egocentristas y  no nos conmovemos por la suerte del prójimo.
Pero, también, solidaridad es una palabra muy vinculada al programa educativo cubano  como:“Yo si puedo”,   las misiones Milagro o la  “Manuela Espejo”: una de las acciones más hermosas de ayudar a los más necesitados escritas en estos tiempos  convulsos.


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