Rodobaldo Martínez Pérez
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Si el patriotismo es un pensamiento que vincula a
un individuo con su tierra natal, es un valor relacionado con el respeto y amor
hacia el suelo de nacimiento no se entiende mucho ser patriota y desear mal a
su país.
Los patriotas no se exhiben con otra bandera, en
lugar de la propia, ni abogan por un bloqueo económico estrangulante para la
mayoría de sus coterráneos o una invasión armada, con olor a muerte y
destrucción.
Carecen de tal mérito quienes aúpan a potencias
extranjeras y reciben migajas a cambio de desestabilizar a su territorio y
derrocarle el gobierno o los ciudadanos que no son ejemplos, ni en el trabajo,
ni por su conducta, modales o respeto a las normas de convivencias en la nación.
El verdadero patriota no señala los males de su
nación, los observa de lejos y se mantiene al margen, sin hacer nada, ni la
ofrece en “bandeja de plata”, para desarticularla, ni complace al enemigo en su
intento de estrangularla.
En nombre del patriotismo cometen muchas pifias y le hacemos el juego al
que desea nuestra muerte, porque cada debilidad es una puerta abierta al
invasor. Eso no es querer a su tierra, es patrioterismo barato.